Por Cristina Prado Arias

Sang-Woo es un voluntarioso y berrinchudo niño de siete años que debe mudarse a casa de su abuela, quien vive en la rudimentaria provincia surcoreana, ya que su madre debe buscar trabajo en Seúl. El pequeño encuentra incomodidades en un sitio carente de los servicios básicos como electricidad o agua corriente; comodidades que sólo ofrecen las grandes ciudades. Le resulta impensable este universo rural entregado tan sólo a la contemplación de la naturaleza y enraizado en añejas tradiciones donde ni siquiera puede hacerse de un simple par de baterías para su videojuego. Ante el cambio de entorno, su caprichoso carácter hace de su estadía un acto de rebeldía enfrentado por una tolerante abuela muda quien, con amor fraterno e imperturbable paciencia, le da lecciones de vida a su pequeño nieto.

Todos los caminos llevan a casa (Jibeuro, 2002) es un sencillo ejercicio de narrativa cinematográfica que apela más a los silencios que al diálogo. Realizado por Jeong-Hyang Lee, aunque de gran sencillez, esta cinta es una pieza de sólida fortaleza dramática al apelar el acercamiento entre dos mundos irreconciliables en primera instancia y que, a la postre, encuentran un indisoluble punto de unión cimentado en el amor familiar. La simplicidad de la historia relaciona la paciencia de una abuela, personaje entrañable, sometida a la intolerancia de un niño malcriado; es la abuela que con humildad y cariño sabe vencer intolerancia. Una gran norma de vida: vencer con el bien al mal.



Sin duda esta cinta, en la que un niño aprende a aceptar el silencio obligado de un adulto al prevalecer en esta peculiar relación la afable virtud de la humildad y la importancia de los lazos familiares como insustituible cualidad formativa nos presenta, al fin y al cabo, en el personaje del niño, el proceso de crecimiento y madurez así como todo un sistema educativo inherente a la fortaleza de la enseñanza. La cinta es muestra de la gran sensibilidad que ha aportado el cine oriental para narrar los aspectos más comunes y de historias aparentemente sencillas pero llenas de mensajes aleccionadores.

Todos los caminos llevan a casa es el segundo largometraje de la directora Lee Jung-Hyang, filme con el que consiguió un récord de taquilla y de espectadores en su natal Corea, provocando un verdadero fenómeno que traspasó, en su momento, los límites de espectadores en las salas de cine no sólo en el sureste asiático, sino en el mundo entero.

Todos los caminos llevan a casa
Lee Jung-Hyang (director)
Corea del Sur, 2002
Actúan: Eul-Boon Kim, Seung-Ho Yu y Hyo-Hee Dong
Duración: 89 minutos